No será para tanto… el septiembre
Hace algunos días que no hago más que leer editoriales sobre el septiembre. Todas ellas están dedicadas a la vuelta a la rutina, al fin de las vacaciones, al término del periodo de descanso… todas ellas con un regusto amargo y algo apesadumbrado por algo que se ha perdido.
Y digo yo que no será para tanto…
Leí, entonces, un artículo en una revista femenina (perdonen pero no recuerdo cuál de ellas) en las que su autora pensaba lo mismo que yo: que el septiembre es en realidad el comienzo del año.
En septiembre todo empieza, todo es nuevo y todo cambia. El mes de enero no es más que un reflejo exacto del mes anterior sólo que hay que cambiar la cifra de la fecha. Yo soy de las que tardan en acostumbrarse y, de pequeña, mis fichas tenían borrones hasta mediados de abril.
– ¡¡¡No estamos ya en el 87 sino en el 88!!! me decía mi compañera de al lado.
El mes de septiembre es un mes fantástico lleno de expectativas, de estrenos y de firmes promesas con uno mismo (si se cumplen o no, ya es otra historia) es un mes de cosquilleo en el estómago, con un punto de vértigo y expectación a las situaciones o retos en las que nos vamos a tener que enfrentar.
Así que, como cuando era una niña, ojeo con curiosidad la mochila recién estrenada para volver a mi vida real después de un paréntesis de descanso.
¡Bienvenidos!
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