Loca de atar
Hoy me he levantado inquieta, empapada de sudor y con la terrible sensación de cuando tienes una pesadilla y no puedes liberarte de la sensación de angustia.
El dia es frío, un tanto gris y el cielo tiene una franja rojiza.
Doy un sorbo de agua.
Mi acompañante al otro lado de la cama me mira soñoliento.
– Lo he vuelto a soñar.
– ¿El qué?
– ¡Lo de siempre! aquello de la ola gigante….
Se ríe…y me voy a la ducha.
Desde que tengo uso de razón tengo un sueño recurrente: estoy en la playa relajada y feliz cerca de la orilla y, de repente, una ola gigantesca viene hacia mi implacable.
Entonces empiezan las secuencias a un ritmo endiablado, con una aceleración cardíaca propia del mismisimo Jason Bourne intentando salvar la vida.
Corro y pienso, tomo decisiones rápido para salvar mi vida o la de los que están a mi alrededor. Me sudan las manos y me palpita el corazón como si lo martillearan 150 tamborileros en procesión. Lo odio.
Supongo que Freud diría que soy un caso crónico de desquicia personal, que estoy loca de atar, o me diría que tengo algún conflicto que permanece no resuelto.
Me pregunto quién consigue, en la vida, resolver todos sus conflictos y dar carpetazo a todos sus problemas. Dicen que las pesadillas son una válvula de escape para nuestra mente y una alerta para permanecer atentos.
Nos mantendremos alerta, pues, durante las noches en la oscuridad de la habitación.
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