Dosymedia Blog sobre Comunicación, Prensa y Marketing

La prensa del día

En verano es un placer levantarme tarde, desplazarme hasta el kiosco más cercano y comprar la prensa del día. Los periódicos son ostensiblemente más delgados, eso sí, pero puedo pasar las páginas lentamente dejándome oír ese sonido característico de las hojas grandotas del papel.

Y luego, puedo pararme y saborear los artículos de opinión de mis columnistas preferidos, sin prisas…

Un sorbo de un refresco con dos cubitos tintineantes.

Me pregunto por qué cuándo llego a las necrológicas le doy un vistazo de reojo y medio en diagonal. Antes jamás lo hacía. Quizás sea un cálculo inconsciente de la media de edad de la esperanza de vida.

¡Mierda! ¡Cáspita! la brisa ha desdoblado las hojas y el periódico ha quedado hecho un manojo de papel algo desordenado. No importa. Lo recompongo más o menos. (Nota: Me he propuesto cuidar mi lenguaje y volver a usar las palabras y expresiones de las películas de los años 50 que siempre me han parecido divertidas y elegantes tipo tuercebotas, pelanas, meapilas…)

Me divierten mucho las promociones que publicitan. Todos los periódicos se afanan a animar a sus lectores a recolectar cupones para conseguir toda clase de artilugios veraniegos. Véase capazos, chanclas, toallas de playa, pulseras, gafas de sol, cestas de picnic, neveras portátiles… ¡es sólo cuestión de tiempo que podamos conseguir un cohete nuclear!

Otro sorbo.

Y, entretanto, llegamos a las páginas centrales dónde casi siempre podemos disfrutar de una buena dosis de rumorología y cotilleos. Esa parte me encanta. Yates pomposos, cuerpos en bikini asados al sol, amores fugaces, Borbones guardando las apariencias y star-systems sin maquillaje ni photoshop.

¿El lápiz? ¿Dónde demonios he dejado el lápiz? el sudoku de hoy parece fácil…

Y así, entre las páginas de la prensa se pasa una mañana cualquiera de verano. Sencilla, feliz, sin más.

El antídoto

Aunque tengo un nulo talento para reproducir cualquier tipo de nota (ni en la ducha me atrevo a cantar) tengo cierta obsesión por poner banda sonora a los momentos de mi vida.

Las estaciones, la meteorología, la hora del día, el lugar en que me encuentro y por supuesto mi estado de ánimo marcan la banda sonora del instante que estoy viviendo. Esto ocasiona, alguna vez, ciertos comentarios jocosos de mi pareja acerca de mi peculiar lógica en la elección de la música en cuestión.

– No irás a poner jazz ahora?!

– Y ¿por qué no? ¿desde cuándo no te gusta Bob Acri?

– Desde que es un sábado de verano por la mañana y ahora no es el momento…

La cuestión es que, como les decía en mi último post, la lluvia y el frío empiezan a minar mi humor. Así que, últimamente, me he permitido un pequeño traspiés en la elección de música mientras trabajo para sumergirme en la música archivada en mi mente como “de atardecer cálido estando de vacaciones”.

Las tarantelas italianas son un buen ejemplo del tipo de música que me evoca calor, paseos despreocupados, la luz amarillenta del sol del mediodía y el omnipresente canto de las cigarras. Esta música popular se creó en el sur de Italia en el s.XIX y existe la creencia de que, quien la bailaba, podía curarse de la picadura de una tarántula.

No creo que las posibilidades de que me pique una tarántula en la oficina sean muy grandes, pero en todo caso, es un antídoto al abatimiento. Les dejo una pieza de L’Arperggiata que me gusta especialmente.

Vivir en falso

Verán, en los últimos días me he dado cuenta de que lo falso está presente en casi cualquier ámbito de nuestras vidas. No me refiero a los top manta con sus falsificaciones de Louis Vuitton más o menos conseguidas (esto lo tenemos prácticamente interiorizado) me refiero a que, de alguna forma, hemos creado entre todos un mundo lleno de ficciones perversas que, ni mi lado más maligno, no hubiera podido llegar a imaginar.

Leía en la prensa hace pocos días que, cuando empezó el cónclave para elegir un nuevo papa, se coló en el interior del vaticano un “obispo falso” que descubrieron por llevar un crucifijo extraño y una sotana demasiado corta (me pregunto si debió adquirir su indumentaria en una tienda de disfraces común). Hoy se publicaba un estudio canadiense que defiende que Mª Teresa de Calcuta no fue tan “santa” como la pintaban, por su sospechosa manera de gestionar la ingente cantidad de dinero que recibía las donaciones y por los cuidados cuestionables que propiciaba a los enfermos.

Las casas reales no se salvan: tienen historias de mentiras, celos, deslealtades , asesinatos y delitos variados como para escribir un serial venezolano.

Facturaciones B, comisiones extraoficiales, dinero que se larga a paraísos fiscales, espionaje entre políticos, causas sociales que sólo son una tapadera para enriquecer a los que ya son ricos… todo ello es el pan de cada día de la actualidad nacional.

En la industria alimentaria también hay engaños porque algunos listos creen que vender carne de caballo rumano famélico como si fuera de vaca suiza, tampoco está tan mal …

Quizás sea la lluvia que me pone triste y me transmite pesimismo pero ¿saben?, al final vivir entre tanta falsedad va dinamitando los principios y la imagen del mundo altruista que aprendí de niña.

Loca de atar

Hoy me he levantado inquieta, empapada de sudor y con la terrible sensación de cuando tienes una pesadilla y no puedes liberarte de la sensación de angustia.

El dia es frío, un tanto gris y el cielo tiene una franja rojiza.

Doy un sorbo de agua.

Mi acompañante al otro lado de la cama me mira soñoliento.

– Lo he vuelto a soñar.

– ¿El qué?

– ¡Lo de siempre! aquello de la ola gigante….

Se ríe…y me voy a la ducha.

Desde que tengo uso de razón tengo un sueño recurrente: estoy en la playa relajada y feliz cerca de la orilla y, de repente, una ola gigantesca viene hacia mi implacable.

Entonces empiezan las secuencias a un ritmo endiablado, con una aceleración cardíaca propia del mismisimo Jason Bourne intentando salvar la vida.

Corro y pienso, tomo decisiones rápido para salvar mi vida o la de los que están a mi alrededor. Me sudan las manos y me palpita el corazón como si lo martillearan 150 tamborileros en procesión. Lo odio.

Supongo que Freud diría que soy un caso crónico de desquicia personal, que estoy loca de atar, o me diría que tengo algún conflicto que permanece no resuelto.

Me pregunto quién consigue, en la vida, resolver todos sus conflictos y dar carpetazo a todos sus problemas. Dicen que las pesadillas son una válvula de escape para nuestra mente y una alerta para permanecer atentos.

Nos mantendremos alerta, pues, durante las noches en la oscuridad de la habitación.

¿Por qué hacemos esto? Porque algo habrá que hacer

Ayer, caminando por la calle en un día de viento, me percaté de que las calles estaban llenas de lucecitas y que en las tiendas suenan villancicos sin cesar (¿es solamente a mi o a los demás también les acaban perforando el cerebro?). Cuando llegué a la oficina, la bandeja de entrada de mi e-mail estaba repleta de Christmas navideños y cuando, por la noche, me senté delante del televisor, me inundó una oleada de anuncios de perfumes y bombones.

No hay duda…es Navidad.

Oye…,le digo a mi pareja, que estaba relajado en el sofá tragando publicidad navideña intravenosa, y tu ¿qué piensas de la Navidad?

– ¿Qué quieres decir con qué que pienso de la Navidad?

– Es que…conforme pasan los años…no creo en la sopa navideña, ni en las comidas de Navidad con tipos con los que jamás tomarías un café. No creo en el buen rollo impuesto por las fechas y no creo, tampoco, que la gente se sienta más feliz durante esta época del año. Será que soy una rebelde sin causa (como James Dean) y que no tolero demasiado bien las imposiciones…

Una mirada enigmática me escrutaba, como preguntándose a dónde quería ir a parar con este discurso (según él) del todo etéreo. Como la mayoría de las veces, no llegué a ninguna conclusión. Seguramente, porque a esas horas mis neuronas imploran horas de sueño.

Esta mañana, en cambio, me he topado con un video en la red que me ha hecho cambiar de opinión. El buen rollo es contagioso y, quizás sea verdad que ésta sea una buena época para reflexionar sobre la vida, hacer balance, dar ejemplo y reconciliarse con uno mismo. Así que, celebremos la Navidad, porque cómo dijo James Dean ” -porque algo habrá que hacer”.

Ser princesa no es ninguna profesión…

Haced la prueba: Coged cualquiera de los catálogos de juguetes que, por estas fechas llegan a nuestras manos, o visitad cualquier juguetería o sección infantil de unos grandes almacenes. Seguramente os daréis cuenta que una marea rosa y violeta inunda vuestras retinas.

Siempre me he preguntado por qué todo lo referente a menores de 12 años de sexo femenino es de color rosa, en toda su gama de tonalidades, mezclado con violetas y cargado de purpurina hortera (eso es lo peor). Esta tendencia poco elegante no sólo es palpable en los juguetes sinó que se extiende en zapatos, prendas deportivas, material de papeleria, maletas, accesorios… Me di cuenta de esto cuando, el año pasado, mi pequeño sobrino de 4 años me pidió para su cumpleaños un cochecito para pasear a su oso. Tuve que recorrerme varias jugueterias para encontrar uno de un color medio-normal.

No puedo comprender, señores de marketing de grandes corporaciones jugueteras, por qué se empeñan en “princesizar” a las pobres criaturas y he descubierto que alguién más parece darse cuenta de ello. El programa infantil “Sesame Street” ha invitado a la juez del Tribunal Supremo estadounidense Sonia Sotomayor quién protagoniza un divertido diálogo con uno de los personajes para enseñarles el significado de la palabra “carrera”.

“Una carrera es un trabajo para el que te preparas y que planeas hacer durante mucho tiempo”, dice Sotomayor a un teleñeco rosa cursi llamado Abby. – “Yo quiero una carrera como princesa”, le contesta Abby. “Jugar a princesas es divertido –le aclara la juez– pero no es una carrera. Puedes estudiar y prepararte para ser profesora, abogada, doctora, ingeniera o hasta científica”.

Tomen nota señores de Mattel, tomen nota…


Regreso al futuro

Desenterrando viejos álbumes de fotos, uno se da cuenta de lo mucho que ha vivido, de cuánto ha cambiado y de las muchas cosas que ha dejado atrás. Aún así, cuando me veo en las fotos amarilleadas por el paso del tiempo siempre reconozco una marca imperturbable de mi misma que conservo indeleble por muchos años que pasen. No sabría explicarlo, pero hay rasgos que jamás se borran y miradas que no cambian.

Sin duda, las redes sociales han facilitado que haya retomado el contacto con compañeras de colegio a quiénes mi mente había archivado con imágenes catalogadas como “niñas de 8 años”. Cuando miro alguna imagen actual (rozando los 40) me parece increíble que sean como eran y que, en algunos casos, sus hijos son una fiel copia de la imagen que yo guardaba en mi retina.

Una fotógrafa argentina llamada Irina Werning ha conseguido demostrar que la esencia de los seres humanos nunca cambia. Con una cámara actual, mucho trabajo de atrezzo y vestuario así como la ayuda de algunos retoques informáticos que imitan las ópticas y revelados de los equipos de los 70’s, consigue que algunos afortunados “retornen al futuro”.

El resultado es, cuanto menos, curioso.

 

 

En verano, siempre será verano

Un año más empiezan el verano y las vacaciones. El tiempo para uno mismo, para las charlas, para escapar de la rutina, para caminar descalzo sobre la arena, para visitar ciudades lejanas o para holgazanear. Tiempo para alargar los horarios o para abandonar el reloj y saborear cada momento del día y de las noches eternas.

Este verano huiré de frases como “con la que está cayendo” y me evadiré lejos. Quizás no sea el mejor momento para viajar a tierras remotas o para visitar hoteles maravillosos pero, ¡qué más da!

Personalmente, solo necesito estar cerca de mi familia y amigos, una tortilla de patatas, un té helado y un buen libro.

Ahí van dos recomendaciones literarias para este verano:

LA VIDA DESPUÉS (Planeta 2011) de Marta Rivera de la Cruz. Un libro ameno y fácil que narra la historia de Victoria, una chica de treintaytantos que vive en Nueva York: da clase en la universidad, tiene un marido rico y un impresionante ático. Cuando recibe la noticia de la muerte de Jan, su mejor amigo, regresa a Madrid para asistir al funeral. Allí se encontrará con Chloe, antiguo amor de Jan; con su hija, la rebelde Solange; con Marga, su esposa; con su suegra, Shirley… Cuatro mujeres que nunca creyeron que su amistad con Jan fuese del todo sincera.

DIME QUIEN SOY (Plaza & Janés) de Julia Navarro. Una historia intrigante con pinceladas históricas. Un periodista recibe una propuesta para investigar la vida de su bisabuela, Amelia Garayoa, de la que lo único que saben es que huyó de España antes de que comenzara la guerra civil, abandonando a su marido y a su hijo. Se verá así obligado a bucear en el pasado, reconstruyendo la vida de Amelia desde sus comienzos.

¿Es el destino o puramente azar?

Aunque B, R y M son tres mujeres de treinta y tantos con vidas muy diferente e historias personales de distinta índole, todas ellas son grandes profesionales, independientes y con muchos puntos en común.

Hace unos días compartía con ellas (mis amigas) una conversación trascendental acerca el destino y el azar, seguramente propiciada por las copas de vino y las tapas que nos acompañaban en ese momento.

Cada una de ellas narraba algún capítulo de su vida y cómo el destino había intervenido en las situaciones para bien o para mal. En cualquier caso, defendían una especie de “futuro escrito” imposible de cambiar que yo no compartía.

Esta mañana, me acordé de esta conversación al leer en la prensa un artículo sobre el discurso que Michael Lewis hizo en Princeton. El periodista financiero y escritor de “Boomerang: Viajes al nuevo tercer mundo europeo” decía que “A la gente no le gusta que su éxito personal sea explicado por el papel que la suerte ha jugado en sus vidas. Sobre todo, a aquellos que han llegado más lejos. Quieren pensar que su triunfo era inevitable. No están dispuestos a admitir el papel que ha jugado el azar”.

Lewis explicó a los estudiantes que, el hecho de estar en Princeton, era fruto de una situación de carácter arbitrario. Tenéis suerte de tener los padres que tenéis, de haber nacido en este país, de estar en un lugar como Princeton donde podéis conocer a otra gente afortunada y por ello poder ser aún más afortunados ” concluyó.

No dudo que el discurso fue brillante e incluso admito que tiene algo de razón. Aún así creo que, si bien es cierto que hay circumstancias fortuitas que te cambian la vida, o personas que nacen en entornos privilegiados, el destino está en la fuerza y talento de cada uno para redirigir el rumbo.

Mis tres amigas son, sin duda, un claro ejemplo de superación personal y fortaleza para superar tragos amargos, caer y volverse a levantar.

Llámame perfeccionista, pero…

Lo acepto, soy una perfeccionista cuando se trata de la redacción de textos. A menudo me descubro localizando faltas de ortografía en las cartas de los restaurantes, en los carteles por la calle o en anuncios publicitarios en los medios. Analizo errores gramaticales, corrijo la puntuación en las frases y soy muy meticulosa en los temas relativos a la escritura… y no puedo evitarlo.

Por ello, no consigo entender cómo la página web oficial de un organismo como el Govern de la Generalitat puede publicarse con errores tan elementales de traducción en inglés. El Govern cuenta con un departamento de comunicación y por eso no puedo concebir que no se haya revisado el texto antes de publicarse. Es evidente que el traductor automático es una buena herramienta, pero que sirve como base para que un lingüista, especialista en comunicación o traductor revise y corrija el texto. Podría entender que hubiera un error de ortografía o de expresión gramatical, pero publicar toda una página web en inglés sin revisión alguna demuestra no sólo falta de profesionalidad sino que daña la imagen de los que nos dedicamos a la comunicación desde hace tiempo, y por supuesto, del Govern. Personalmente me provoca una indignación que no puedo expresar con palabras, y no quisiera imaginar qué pasaría si hiciera algo parecido con los textos de mis clientes.

Os dejo links de algunos medios que se hicieron eco de la noticia, centrándose sobre todo en anécdotas en la traducción de los nombres propios, como el del Presidente Mas por President More:

http://www.elperiodico.com/es/noticias/politica/the-president-more-1736645

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/05/02/catalunya/1335960769_137276.html