Cuando empecé a escribir este blog me prometí a mi misma no hablar de ningún tema relacionado con política o religión porque, después de todo, este es un blog profesional acerca de nuestras aventuras en el mundo del marketing y la comunicación y mis ideas y valores personales no tienen cabida ni interés.
Pues bien, hoy 18 de noviembre, voy a tragarme mis propias palabras puesto que voy a escribir acerca del Papa Francisco.
No es que sea una devota, no señor, pero este argentino de túnica blanca me tiene atónita y admirada. Jamás antes un pontífice había cautivado en tan poco tiempo a prensa, feligreses y ateos recalcitrantes.
Su visión del marketing y sus apariciones públicas son dignas del gabinete de comunicación del mismísimo Pentágono por la precisión y naturalidad en que son puestas en escena.
La última aparición durante el rezo del Angelus en la plaza del vaticano ya es de aplauso y ovación. Un despliegue de merchandising con un concepto publicitario para hacer más llevadera la carga del buen feligrés: La medicina “misericordina”.
No puedo describirlo. Véanlo ustedes mismos. ¡Amén!